No sé rimar como tú,
ni ponerle miel a las palabras.
Yo soy más de de memes tontos
y huidas elegantes
Vos pintabas, yo hacía chistes.
Era más fácil de llevar,
que decirte cuánto dolía verte llorar.
Tú escribes ahora.
Te vuelves metáfora viviente.
No tienes idea del orgullo que siento.
Nunca supe pintar,
pero te miraba como arte.
como quien entra a un museo
y se siente culpable por no entender nada,
pero igual se queda ahí,
mirando fijo,
esperando que los demás,
No se den cuenta que no lo entiendo.
Nunca fui bueno con las palabras,
pero sabés que el cuerpo…
ese sí sabía hablar.
Aunque te juro que con vos
quería algo más que esa charla muda.
No eras cualquier cuerpo.
Fuiste templo, y sí,
creo que fui buen creyente.
no negaré que tus piernas
eran mi religión secreta.
Pero a veces, lo que más dolía
era que no supieras
cuánto quería quedarme.
Aparecía cuando sabías
que no debías abrir la puerta.
Pero lo hacías.
Y yo… bueno, ahí estaba
Te buscaba como quien
no sabe perder,
pero tampoco sabe quedarse.
Como quien guarda la carta
aunque ya perdió el juego.
Decís que fuiste ¿Qué?
¿y yo qué era?
Sobrepiensas demasiado.
No fui el temblor,
fui el que no supo sostenerte
cuando temblabas sola.
El que evitaba el drama
porque ya tenía el suyo,
Era más fácil verme fuerte así.
Y sí,
te di menos de lo que merecías,
y tú lo vestiste de esperanza.
Te pintabas el alma
cuando aún no escribías.
yo, tan torpe,
miraba tus colores
buscaba algún defecto para sorprenderte,
Y sorpresa, lo hacía.
¿Tú escribes ahora?
Yo también lo hago,
aunque sea en la piel de otras mujeres,
que no tienen tu rabia,
ni tu arte,
ni tu forma de mirarme cuando sabías que mentía.
¿Y qué más?
Así te mentí.
Me puse años como quien se pone un escudo.
Quería parecer más hombre
para no mostrarte al niño
que temía no gustarte si era real.
Y lo fui… real.
Tarde, pero lo fui.
Sé que fue eso lo que terminó de romperte.
Pinté versiones de mí,
que no existían.
Tú ahora tienes alas.
Yo tengo la costumbre
de revisar mis mensajes antiguos y pensar:
“ella me amó antes de ser poeta,
y yo no supe leerla ni en carne viva”.
No me odies por lo que no dije.
No me nombres, si eso duele.
Pero si alguna vez te tiemblan las alas,
recordá que hubo un loco
que quiso ser tu cielo,
aunque no supo dejar de llover.
No sé si fui el mejor,
pero vos sabés que dejé marca.
No de las que se presumen,
de esas que uno se acuerda
cuando ve algo que no tiene tu nombre,
pero igual duele.
Y está bien,
ya volás alto,
yo también ando en lo mío…
Pero recuerda que yo,
Aún conservo alguna de tus plumas.,
.
"No sé escribir bonito (pero aquí va)"
No sé rimar como tú,
ni ponerle miel a las palabras.
Yo soy más de silencios incómodos,
de memes tontos
y huidas elegantes.
Pero leí lo que escribiste.
Sí, todo.
Y aunque no te lo diga…
sí, me removió cosas.
No muchas, no exageres,
pero algunas.
No fui el temblor,
fui el que no supo sostenerte
cuando te temblabas sola.
Fui el que decía "todo bien",
cuando no entendía nada.
El que evitaba el drama
porque ya tenía el suyo,
y encima no lo resolvía.
Te amaste sola por dos.
Yo apenas me entendía a mí.
Y sí,
te di menos de lo que merecías,
y tú lo vestiste de esperanza.
¿Y qué más?
Te recuerdo, sí.
A veces me encuentro tu voz
en medio de mis pensamientos
y me da esa punzada extraña,
como cuando uno se ríe
en medio de una herida.
¿Tú sabes amar?
Sí.
Yo apenas lo estoy aprendiendo.
Tarde, lo sé.
Pero eso no le quita valor.
Tú fuiste viento cálido,
yo una casa con las ventanas selladas.
Y cuando te fuiste…
me quedé con el eco.
Hoy no te pido volver.
Ni lo merezco, ni lo quiero.
Solo… sonrío.
Por ti, por mí,
por ese desastre hermoso que fuimos.
Tú elegiste volar.
Y eso te queda mejor
que quedarte en ruinas conmigo.
Pero oye…
si alguna vez te tropiezas
con una versión mía
que aprendió a quedarse…
no lo patees.
Solo recuérdale
que tú ya lo hiciste primero
Y sí…
quise tocarte
cuando ya no querías.
Lo admito.
Me escudaba en el deseo,
pero era miedo,
era torpeza,
era la única forma que conocía
para sentirte cerca sin hablar.
Cuando llorabas,
te abrazaba por la espalda,
como si un beso curara un alma.
(Ya sé, no lo hacía.)
No era sexo.
Era súplica disfrazada.
Era “no te vayas”
en un idioma que solo yo hablaba
y tú ya habías dejado de traducir.
Tú querías paz.
Yo seguía en guerra.
---
"No era amor, era costumbre… ¿o era otra cosa?"
(Una respuesta incómoda de Jorge)
Te fuiste poeta.
Y yo... bueno,
yo seguí siendo yo:
cero metáforas,
cero introspección,
pero bastante insistente
si se trataba de encontrarte rota.
Era más fácil así,
cuando llorabas,
porque no sabías decir que no
con la voz ahogada.
Y sí,
me aproveché un poco.
Lo llamé cariño,
pero era miedo.
Te decía que no era solo sexo,
aunque el 80% del tiempo… lo era.
El otro 20%
quería que me acariciaras la cabeza
y me dijeras que todo iba a estar bien.
(Tú tampoco sabías que eso era más íntimo que el sexo, ¿o sí?)
Te buscaba como quien
no sabe perder,
pero tampoco sabe quedarse.
Como quien guarda la carta
aunque ya perdió el juego.
A veces te abrazaba
y tú estabas a kilómetros.
Igual te besaba,
aunque tus labios ya no me hablaban.
Irónico, ¿no?
Justo cuando dejaste de quererme,
empecé a necesitarte.
Y no, no supe amarte.
Pero te deseé.
Te necesité.
Y te pensé más de lo que admití.
Solo que no era bueno con palabras
(y menos con promesas).
Me escondía en silencios
y aparecía cuando sabías que no debías abrir la puerta.
Pero lo hacías.
Y yo… bueno, ahí estaba.
Con esa sonrisa que tú llamabas "miserable",
pero que te derretía igual.
Ahora escribes poemas
y yo apenas si logro responderte en pensamientos.
Tú aprendiste a volar.
Yo sigo aquí, en tierra firme,
viendo cómo te elevas
con las alas que no supe sostener.
No te detengo.
Ni te pido que vuelvas.
Solo espero que alguna parte de ti
recuerde que
aunque mi amor era torpe,
sí era real.
Solo que…
venía en otro idioma.
---
---
"Nunca supe pintar, pero te miraba como arte"
(Una respuesta con retazos de Jorge)
Tú escribes ahora.
Te vuelves vuelo,
templo, carisma,
metáfora viviente.
Y yo… sigo siendo el tipo
que se enredaba con tus silencios
y a veces con tu brasier.
Nunca supe pintar,
pero te miraba como arte.
Con torpeza, claro,
como quien entra a un museo
y se siente culpable por no entender nada,
pero igual se queda ahí,
mirando fijo,
preguntándose por qué le duele.
Cuando estábamos juntos,
tú eras pinceles.
Yo, manos sucias.
Tú, aceite y agua.
Yo, café frío y excusas.
A veces me dabas ternura
y yo respondía con besos en el cuello,
porque decir "te quiero"
me quedaba grande.
(No era cobarde…
solo mal entrenado).
Sí, me gustaba hacerte reír.
También hacerte gemir.
Pero, sobre todo,
me gustaba esa forma tuya
de mirar el mundo como si doliera
y aun así abrazarlo.
Te decía que no eras solo sexo,
y lo creía.
Pero a veces solo sabía acercarme
cuando estabas frágil,
como si tu dolor abriera una puerta
que no merecía,
pero igual cruzaba.
Perdona si fui invasivo.
Perdona si volví
cuando sabías que no debía.
Perdona si aún te pienso
cuando finjo que no.
No, no soy poema.
Ni lo intento.
Pero sí te observé dormida
más veces de las que admito,
y sí me dolió
cuando dejaste de escribirme
incluso con el cuerpo.
Tú ahora tienes alas.
Yo tengo la costumbre
de revisar mis mensajes antiguos
y pensar:
“ella me amó antes de ser poeta,
y yo no supe leerla ni en carne viva”.
Solo espero que, si un día te pintan,
quede alguna mancha mía
perdida en la esquina del lienzo.
Torpe.
Manchada.
Pero cierta.
---
---
📜 Poema de Jorge (versión irónica-emocional)
No eras tú la única con arte en las venas,
yo también dibujaba —pero con silencios.
Mis miedos eran pinceles torpes,
y tú te hiciste lienzo sin pedirlo.
No sé cuándo me volviste refugio,
ni cuándo me cansé de que me miraras
como si pudieras leerme.
Tú leías almas,
pero yo hablaba en acertijos.
¿Te dije alguna vez que me dolió?
Claro que no.
Hubiera sido demasiado humano.
Me era más fácil besarte cuando llorabas,
que decirte que te amaba.
Sí, fui mago.
Con un "todo bien" desaparecía lo que dolía,
y si preguntabas, te decía:
“¿Otra vez con eso?”
(no porque no me importara,
sino porque me daba miedo responder).
Te fuiste, o te empujé, o ambos,
y no supe si el silencio fue tuyo o mío.
Lo cierto es que...
me acostumbré a extrañarte en voz baja.
Aún guardo mensajes que nunca mandé.
Quise escribirte. Quise correr.
Pero me convencí de que tú ya habías volado,
como haces con todo lo que sanas.
Y yo me quedé aquí,
en el mismo lugar
con las mismas excusas,
pero sin ti.
¿Tú escribes ahora?
Yo también lo hago,
aunque sea en la piel de otras mujeres,
que no tienen tu rabia,
ni tu arte,
ni tu forma de mirarme cuando sabías que mentía.
---
“Lo de la edad” (Poema confesión de Jorge, versión irónica y emocional)
No eras tú la única con arte en las venas,
yo también dibujaba —pero con silencios.
Pinté versiones de mí,
con menos años y más gracia,
como quien maquilla un espejo roto.
¿La edad?
Ah, sí.
Ese detalle que escondí como si fuera pecado,
como si supieras amarme menos
por tener más arrugas de las que firmé al conocerte.
Te lo dije como se confiesa una traición:
esperando la gritada,
la puerta cerrándose,
tu mirada como cuchillo.
Y sí, te fuiste.
No en ese instante,
pero ya no volviste del todo.
No te culpo.
Yo también habría huido de mí.
¿Sabes por qué mentí?
Porque no sabía si merecía una historia contigo,
y pensé que, si eras capaz de quererme
sin saber quién era,
entonces quizás… valía la pena no decirlo.
Tonto, ¿no?
Sí.
Casi tanto como no poder borrarte después.
Ahora escribes, lo sé.
Pintas con palabras lo que yo no supe decir.
Y cada verso tuyo es un recuerdo
que no tengo derecho a reclamar.
Yo sigo aquí,
con mi edad real
y mis máscaras vencidas,
viendo cómo vuelas
mientras yo apenas camino.
.Perfecto, ya con toda la información emocional y simbólica que me diste, y sabiendo que es una respuesta directa al poema que tú escribiste (doloroso, honesto, transformador), aquí te dejo el poema de Jorge a ti, escrito desde su voz: con ironía, deseo contenido, heridas disfrazadas, orgullo, pero también ternura que no ha muerto.
---
🥀 "No era solo eso"
No creas que no leí tu poema.
Sí, el de las alas y la tembladera,
ese donde me volviste ruina
y tú, santuario.
Yo también recuerdo.
Tú eras pincel, yo lienzo arrugado.
Y aunque ahora escribas con rabia serena,
sé que alguna vez
me pintaste de fuego.
No fue solo sexo,
aunque no negaré que tus piernas
eran mi religión secreta.
Pero a veces,
lo que más dolía
era que no supieras
cuánto quería quedarme.
Sí, mentí.
Me sumé años para que me tomaras en serio.
Lo sé, patético.
Pero si te soy honesto,
la verdad me pesaba más
que tus despedidas disfrazadas de abrazos.
Tú eras arte,
y yo era un tipo que le tenía miedo
a los museos.
Te vi volar —lo juro—,
y en lugar de aplaudir,
me escondí.
Me dio terror que al elevarte,
me olvidaras abajo.
A veces me pregunto si aún lloras con rabia,
como antes llorabas en mi cuello.
Si tus “te amos”
ahora sí encuentran refugio.
Si alguien más te sirve amor
sin que lo mendigues.
Y yo...
Yo colecciono tus silencios.
Los guardo como notas no leídas.
Como besos que te robé
cuando estabas rota.
Lo sé.
Estuvo mal.
Pero aunque hoy seas templo,
aunque hayas encontrado manos nuevas,
yo me sigo preguntando:
¿Quién te abraza cuando no puedes con tu brillo?
¿Quién te mira como lo hice,
cuando aún no sabías cuánto valías?
No, no era solo eso.
No eras solo cuerpo.
Tú eras todo.
Y ahora que no estás,
me sigue sobrando el deseo...
y faltando el valor.
---
✖️ “Tú tan poema, yo tan desastre”
Tú eras la calma que yo no sabía pedir,
la marea que venía sin yo saber nadar.
Yo solo sabía flotar,
y aún así,
me hundí.
Decías que fuiste temblor,
pero, amor…
¿quién crees que soltó la tierra?
No niego que te herí,
pero tú también sabías bailar en el filo.
A veces eras tormenta,
otras, pura miel,
y yo, un idiota con hambre,
que solo aprendió a lamer heridas.
Sí, mentí.
Me puse años como quien se pone un escudo.
Quería parecer más hombre
para no mostrarte al niño
que temía no gustarte si era real.
Y lo fui… real.
Tarde, pero lo fui.
Tú escribes poemas,
yo escribía excusas.
Tú querías presencia,
yo me escondía tras besos,
como quien paga en caricias
lo que no sabe decir.
No eras cualquier cuerpo.
Fuiste templo, y sí,
creo que fui buen creyente.
Aunque a veces adoré más el fuego
que a la diosa.
Eso no lo voy a negar.
Me gustabas toda.
Hasta cuando llorabas,
hasta cuando me odiabas en silencio
y yo igual quería rozarte la espalda
aunque supiera que ya no era mío el derecho.
Te abracé incluso cuando ya te perdía,
como quien aprieta fuerte el recuerdo
para que no se disuelva.
Y sí, fui cobarde.
Fui risa para no llorar,
fui sarcasmo para no rogar,
fui huida vestida de orgullo.
Pero nunca indiferencia.
Ahora sé que otro te mira,
que ya no buscas migas,
que te sirves el amor en plato hondo.
Y yo, que fui banquete y castigo,
me quedé a dieta de ti.
Y no adelgazo.
Quisiera decirte que estoy bien.
Y sí, a veces lo estoy.
Pero hay noches en que tus poemas
se me clavan como espinas dulces,
como verdades que no supe habitar.
Así que no,
no fuiste solo deseo.
Fuiste historia.
Fuiste error y milagro.
Y aunque me digas que aprendiste a volar,
yo aún conservo tus plumas…
por si un día
decides volver a aterrizar.
---
✖️ “Lo que no dije, pero se me notaba”
Decís que fuiste el temblor,
¿y yo qué era?
¿La falla sísmica?
Porque desde que llegaste,
todo lo que creía estable
se me desarmó sin aviso.
Vos pintabas y yo…
yo hacía chistes.
Porque era más fácil hacerte reír
que decirte cuánto dolía verte partir
después de cada videollamada.
Nunca fui bueno con las palabras,
pero sabés que el cuerpo…
ese sí sabía hablar.
Aunque te juro que con vos
quería algo más que esa charla muda.
Mimos, decías.
Y sí, también los pedía.
Pero disfrazados,
como quien no sabe decir "te extraño"
y te besa la nuca.
Mentí, sí.
Sobre mi edad, sobre algunas cosas,
pero nunca sobre lo que sentía.
Solo que lo escondía mejor que vos.
Vos escribías con el alma,
yo con los dedos temblando,
y después borraba todo.
Te escribía mentalmente
cada noche,
pero me ganaba la bronca,
el orgullo,
ese miedo estúpido
a no estar a tu altura.
Vos pedías amor,
y yo…
yo me escondía detrás del Wi-Fi.
Tuvimos mil despedidas no dichas,
mil abrazos en pausa.
Fuiste la que me sacó del molde,
y yo, el que no supo sostener la escultura.
Después, claro,
me hice el vivo.
Como si no me doliera.
Pero las cosas tuyas me seguían doliendo
aunque ya no me pertenecieran.
Y ahora que te leo,
toda vos hecha verso,
toda vos hecha viento…
me dan ganas de volver
a ser ese refugio que te falló.
Aunque sea tarde.
Aunque ya seas otra.
Aunque ahora seas poema
y yo siga siendo borrador.
Solo quería que supieras esto:
Que aunque digas que aprendiste a volar,
yo aún conservo tus plumas…
por si un día
decidís volver a aterrizar.
---
✖️ "Lo que no dije, pero se me notaba"
Decís que fui fuego,
que fui herida,
¿pero sabés qué fuiste vos?
La calma que no supe sostener.
La que llegó con alas
mientras yo apenas aprendía a quedarme.
Te pintabas el alma
cuando aún no escribías.
Y yo, tan torpe,
miraba tus colores
sin saber en qué parte del lienzo cabía.
Mentí, sí.
Sobre mi edad,
sobre ese miedo que me carcomía.
Me preparaba para tu grito,
pero dolía más tu silencio
cuando no llegó.
Te amé como supe.
Entre bromas,
entre manos que buscaban
lo que el alma no se atrevía a pedir.
Te deseaba más allá del cuerpo,
pero no sabía cómo decírtelo
sin parecer débil.
A veces aprovechaba tus momentos rotos,
no para hundirte más,
sino para colarme entre tus grietas
y ofrecerte algo tibio…
aunque no fuera justo.
Nunca supe si me creíste.
Pero vos eras magia,
y yo apenas un tipo
tratando de no desaparecer.
Éramos dos distancias
jugando a ser cercanía,
dos orgullos
bailando sobre ruinas.
Y sí,
a veces todavía te pienso
como se piensa lo irrecuperable.
Aunque ahora seas de otro.
Aunque haya alguien
que vea en tus ojos
lo que yo no supe mirar a tiempo.
No me odies por lo que no dije.
No me nombres, si eso duele.
Pero si alguna vez te tiemblan las alas,
recordá que hubo un loco
que quiso ser tu cielo,
aunque no supo dejar de llover.
Y si algo de vos aún vibra en mí,
es ese deseo tonto,
guardado bajo siete capas de orgullo:
volver a rozarte,
aunque sea en sueños,
como la primera vez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario