Memorias pasadas han llegado a mí,
la visión de una mujer fuerte y sabia.
Recuedos impregnados en el alma,
de dolor, odio y esperanza.
Fuerte, cada vez más fuerte,
las miradas de odio y temor,
cadenas frías ciñen mi cuello,
piedras caen con fuerza implacable.
Me escupen rabia, me gritan muerte,
el fuego danza en sus antorchas.
pero mi mirada feroz responde,
y entre la sombra su miedo brota.
Estoy atada,marcada, vencida.
Eso creen estos hombres ciegos,
no saben que dentro de mí,
hay un fuego eterno e inmenso.
Es verdad que el miedo existe,
pero no me verán suplicar.
Sé que equivocados están.
y su odio no podrá triunfar.
El viento azota mi piel,
y sus voces rugen como tormenta,
no existe una mirada amiga,
la compasión me ha sido negada.
Rabia e impotencia me acompañan,
pero mantengo la calma,
el fuego en mi pecho se serena,
mi mente es un río en calma,
y mi corazón mi melodía.
¿Mi pecado?
No encajar, amar con libertad,
Hablar con la tierra, sanar el mal,
Ser mujer sabia, sabiduría ancestral,
que escucha al espíritu y a la eternidad.
Una chispa que aterra su mente cerrada,
porque en este mundo cruel, y prohibido
la intuición de la mujer es un grito,
El saber de la vida, un crimen temido,
Ser quemada viva por sanar es final
y a la vez el principio de un ciclo vital.
Sé que volveré, con la llama encendida,
cuando la gente encuentre el camino,
cuando sus almas rompan cadenas,
y encuentren la verdad de su destino.
Encontraré a mis hermanas perdidas,
y nuestra magia renacerá con propósito,
el fuego nunca podrá quemar,
el espíritu abismal y eterno.
Despierten hermanas,
Que nuestro tiempo ha llegado.
El viento murmura, el fuego a hablado,
nuestra verdad será recordada,
y nuestro espíritu renovado.
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